lunes, 1 de abril de 2024
Así, prefiero no evolucionar
Luego, mientras observaba a todo aquella gente hacinada en aquel vagón de metro colapsado como cada mañana a esta hora y que apenas se miraba a la cara, pensaba en aquella película en que un científico crea una especie de gusano que se mete en el cuerpo de las personas y evita que puedan reprimir sus instintos sexuales. Hay una escena muy buena en que una marabunta de gente adulta e incapaz de reprimir sus más bajos instintos empieza a tirarse a una piscina y lleva a cabo una gran orgía. No estaría mal que algo así sucediera en la realidad. ¿Se imaginan la de empresas que se irían a pique por culpa de una sociedad incapaz de frenar sus impulsos sexuales y llevar a cabo su rutinaria vida? ¿A políticos y gente importante de negocios fornicando en plena calle? Sería una imagen grandiosa, algo así como una revolución, pero sin muertes ni damnificados, el fin de los capitalistas y su control sobre todo lo que les rodea.
Pienso en todo esto mientras llego tarde al trabajo, y seguramente la reprimida de mi jefa, que esa noche seguramente tampoco habrá jodido, se estará frotando las manos preparándose para la posible bronca que me vaya a dar, sin embargo mi libertad está tan cercenada y estoy tan cogido de los huevos que tendré que agachar la cabeza e irme a mi sitio como el pobre número que soy en esta sociedad tan comprensiva y divertida. Por cierto, un dato curioso sin importancia: me llamo Eloy.
El consumismo
Sobre la calidad de los remakes, que esto da para otro artículo, mejor no hablar demasiado, ya que nos ofrecen poco más que un montón de efectos digitales y escenas que se olvidan con la misma velocidad con la que han sido elaboradas. Vamos, que ni copiando logran traspasar ni un ápice de las sensaciones de las originales. Aunque, bien pensado tampoco es ése su fin... Ahí estan bodrios del calibre de La Matanza de Texas 2003, La profecía (2006), Soy leyenda y los innumerables remakes de películas de terror asiáticas. Y eso por no hablar de las trilogias, tetralogias y...en definitiva, inacabables e inabarcables sagas como Saw, Jarri Potter, Las cronicas de Narnia o las nuevas de Star Wars, las cuales es imposible ver más allá de un producto con tantas cualidades artísticas como un disco de Los Rebujitos. Al menos ahí está Pixar y alguna buena pelicula que cae muy de vez en cuando. Y esto sigue cada vez con más descaro mientras el público acepta y entra en este juego, seguramente arrastrados por la misma conducta gregaria que les lleva a seguir las hazañas del pánfilo de Fernando Alonso, aunque nunca les hubiera interesado la Fórmula 1, van de compras cada fin de semana en busca del modelito de moda de turno, o se pillan el último iPhone. Pero anteponerse a esto es absurdo, y, al fin y al cabo, una batalla perdida desde el principio. Y eso es lo jodido, que es toda esta mierda la que tiene el poder y controla nuestra vida desde hace tiempo.
miércoles, 23 de marzo de 2022
Tuve un ¿sueño?
jueves, 26 de agosto de 2021
Capítulo I (Un día normal de trabajo)
Capítulo II (Félix y el triángulo friki)
Nota: este relato fue escrito en el 2005. Nunca continuó.
Poema I
De tu adiós la mesita de nuestras noches se desvaneció y con ella los felices momentos que pasamos De tu adiós el techo poco a poco agacha el rostro, las paredes se arrugan, y en un cuadro de un bonito paisaje el invierno borra la primavera. Caen de las estanterías los libros de hermosas poesías cuyas páginas, ahora en blanco, huyen de esta habitación, donde las ventanas dan la espalda a la calle y la puerta se cierra al mundo y a la gente. Ahora esta cama es mi cárcel y yo sólo un pobre condenado que llora a diario tu ausencia, mojando de noche la almohada de tu olor a recuerdo.
miércoles, 18 de noviembre de 2020
¿Qué le pasa al jurado de La Voz?
Que quede claro, antes de nada, que nunca había visto este programa hasta hace unos días. Quise acercarme, de un modo antropológico, a este engendro, pero lo que me encontré realmente me estremeció. ¿Qué le pasa al jurado de ese programa? ¿Por qué sus integrantes lloran desde el minuto uno cuando alguien se pone a cantar? ¿Por qué deambulan por el plató abrazándose, con los ojos vidriosos? ¿Obedece todo a un plan secreto de alguna secta diabólica culpable del reggaeton? ¿Están todos bajo los efectos de algún opiáceo? ¿Es simple y pura sugestión colectiva? ¿Qué hace ahí la Mala Rodríquez?
Bueno, al fin y al cabo, no voy a seguir viéndolo, me deja mal cuerpo ver a tanto millonario enamorado de sí mismo llorando hasta cuando le saludan. Me preocupa especialmente Antonio Orozco, porque interioriza todo demasiado, le da mucho peso, como si hablara continuamente entre puntos suspensivos; si yo fuera él, me costaría despertar por las mañanas y poner un pie en el suelo sabiendo que he de soportar que todo a mi alrededor esté impregnado de un enorme calado emocional:
- Buenos días, Antonio.
- Buenos días... qué grande ereeeh... levantarse un día... y poder saludar a alguien que te da tanto... es tan... (aquí tiene que detenerse porque la palabra que va a pronunciar puede provocarle un derrame cerebral, quizá) gratificante... de verdad...
- buf, ya estamos, Antonio.