miércoles, 3 de junio de 2020

A mi hijo

Mi bebé de mazapán,
mi boquita de leche,
mi sollozo delicado,
mi llanto de paladar;
tus ojos son líneas del horizonte,
tu frente tiene el beso de un ángel.

Te abriste paso
entre huesos
y contracciones,
por las entrañas,
hacia un mundo extraño.

Ahora nada me importa más
que arroparte en mis brazos,
acariciar tu mano,
y arrancarte una risa;
sentir que valió la pena
arrastrarte a la vida.