miércoles, 18 de noviembre de 2020

¿Qué le pasa al jurado de La Voz?

Que quede claro, antes de nada, que nunca había visto este programa hasta hace unos días. Quise acercarme, de un modo antropológico, a este engendro, pero lo que me encontré realmente me estremeció. ¿Qué le pasa al jurado de ese programa? ¿Por qué sus integrantes lloran desde el minuto uno cuando alguien se pone a cantar? ¿Por qué deambulan por el plató abrazándose, con los ojos vidriosos? ¿Obedece todo a un plan secreto de alguna secta diabólica culpable del reggaeton? ¿Están todos bajo los efectos de algún opiáceo? ¿Es simple y pura sugestión colectiva? ¿Qué hace ahí la Mala Rodríquez?

Bueno, al fin y al cabo, no voy a seguir viéndolo, me deja mal cuerpo ver a tanto millonario enamorado de sí mismo llorando hasta cuando le saludan. Me preocupa especialmente Antonio Orozco, porque interioriza todo demasiado, le da mucho peso, como si hablara continuamente entre puntos suspensivos; si yo fuera él, me costaría despertar por las mañanas y poner un pie en el suelo sabiendo que he de soportar que todo a mi alrededor esté impregnado de un enorme calado emocional:

- Buenos días, Antonio.

- Buenos días... qué grande ereeeh... levantarse un día... y poder saludar a alguien que te da tanto... es tan... (aquí tiene que detenerse porque la palabra que va a pronunciar puede provocarle un derrame cerebral, quizá) gratificante... de verdad...

- buf, ya estamos, Antonio.