jueves, 18 de octubre de 2018

¿El fin de la parapsicología?

Me considero aficionado a lo que ahora llaman misterio, más conocido en otro tiempo como parapsicología, desde que era un adolescente. Fue gracias a algunas películas, revistas y libros que empecé a sentir curiosidad por este mundo. La guinda la puso Milenio 3, Internet,  y, posteriormente, Cuarto Milenio. Recuerdo que una de las cosas que más me aterraban eran las psicofonías, aquellas voces de procedencia desconocida que lanzaban mensajes tan escalofriantes que el sólo hecho de poner una grabadora y permanecer en silencio, se convertía en un acto de heroísmo.
Pero más tarde aquél pánico fue dando paso a la curiosidad, y después a la incredulidad absoluta. En lugar de aquel miedo ahora siento algo parecido a nostalgia mezclada con la búsqueda de estímulos y entretenimiento, pero claro, siempre desde esa perspectiva. Ahora, de ahí a tomarme esto en serio, como algunos/as pretenden, va un trecho.

No es de extrañar que en un pasado no tan lejano, teniendo en cuenta el contexto hay que recordar que se vendían tableros de la Ouija hasta en los supermercados y el hecho de que no hubieran tantos avances, mucha gente profesara la parapsicología como algo serio; pero está claro que, el que a día de hoy siga igual, tiene un problema. Y esto lo digo como alguien que hubiera querido encontrar durante todos estos años alguna mínima evidencia que pusiera de manifiesto lo sobrenatural, pero, lamentablemente, la mayoría de los casos, por no decir todos, han sido perfectamente demostrables, y muchas veces de una falta de rigurosidad que, más que otra cosa, invitan al descojone.  Estoy seguro de que, aunque lo llegue a negar, el propio Íker Jiménez, la figura actual más popular del mundillo, se lo planteará más de una vez, y es por eso que, de forma astuta, ha decidido centrar su programa en otras cosas, como una sección medio en broma con su mujer, alguna en plan retro, y/o lo que se cueza en Internet, y, sobre todo, bastante de ciencia y/o conspiración, con dos partes de la mesa en la que la escéptica se merienda al iluminado de turno, pese a la presencia protectora de Íker; una pena que decidiera prescindir de gente como el megalómano Santiago Vázquez, que al menos nos hacía reír con sus conceptos parapsicopseudocientíficos y su barba sacada de otro tiempo.

Un joven e imberbe Santiago Vázquez antes de invocar espíritus "en el nombre de Jesús".

Por supuesto nada de lo comentado anteriormente hace que haya dejado aún de acercarme a estos temas, ni que de vez en cuando me compre algún monográfico de la revista Más allá, pero como ya he comentado, me acerco a ella de una manera distinta.

En cuanto a la razón por la que me he decidido a escribir este artículo, la culpa la tiene un programa de radio sobre psicofonías que acabo de escuchar, gracias al cual, entre otras cosas, me he dado cuenta de que siempre que busco material psicofónico acabo escuchando las mismas parafonías de siempre y de los mismos de siempre; curioso, cuando no ya directamente sospechoso, que, pese a los medios que tenemos hoy día, no existan grabaciones de semejante calado, que aporten la misma "contundencia", o que, directamente, las hayan superado, más allá de interpretaciones surrealistas del crujir de una rama, el maullido de una gata en celo o algún crío vociferando a lo lejos.

Está claro, si la piedra angular de la parapsicología, al menos en nuestro país, con gente tan reputada y de supuesto prestigio como Germán de Argumosa o Sinesio Darnell, se resiente de tal forma, es que, claramente, esta disciplina está tocando fondo.

Y para acabar os dejo íntegro el programa que he citado. Me parece especialmente interesante la segunda parte, donde, de forma magistral, se deja en evidencia la que es considerada por muchos como la psicofonía más importante de todos los tiempos, la famosa "Psicofonía del infierno".

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